2.5.11
Un chivo que se convierte en Hiedra.
Partiendo del hecho que en el 9/11 no creo en la teoría del asesino solitario -o con mas precisión del grupo terrorista solitario- veo en todo esto no un acto de justicia ni el camino seguro hacia un futuro en paz, sino un macabro y execrable circo.
Bin Laden no fué para mi el gran demonio, sino un vulgar chivo expiatorio, la mascara del verdadero asesino.
Son muchísimas las razones que hacen inclinarme por la idea de que el ataque a las torres Gemelas no fue sino un "trabajo interno" de demolición (videos abundan donde especialistas plantean dudas sobre la “versión oficial” que por razones inexplicables ninguna autoridad ha tenido interés en aclarar). ¿Razones? parece haber muchas, entre ellas la de reavivar el miedo al americano-espectador me parece la mas obvia, y la justificación de atacar una potencia petrolera como Iraq una "consecuencia" de esta (basta recordar que una porción enorme de la población de EEUU aun cree que Sadam Hussein estuvo directamente involucrado en este atentado), y que decir del reposicionamiento de Bush Jr durante su lamentable y oscuro periodo.
Ahora, y por curiosa coincidencia con tiempos electorales e impopularidad presidencial por fin se logra asesinar al gran villano del cuento.
Represalias? Es muy probable que las halla, lo importante -al menos para quienes detentan el poder- no radica en otro bombazo, sino en que el miedo prevalece, y con el la justificación de cualquier acción con tal de preservar la “seguridad nacional” (y el aseguramiento de un jugoso presupuesto en el ramo militar), pues acabaron con el fundador, pero Al Qaeda será ahora un enemigo mejor; mas temible, mas duradero, una Hidra de infinitas cabezas.
Finalmente habría que ver quien ganó mas con este asesinato -eso de que lo pretendían atrapar vivo o muerto no me lo creo-, no fue el pueblo americano, que después de la alegría embriagante seguira la cruda de la latente amenaza, no fue el mundo cuando el Nobel de la paz se convierte en injusto asesino. Todo apunta a la Casa Blanca: esta acción restituye -como a su antecesor- el antes maltrecho prestigio de Obama y lo enfila a una casi segura reelección.
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