Entiendo que no hay objetividad, hay una opinión implícita en la labor informativa (empieza desde decidir que notas publicar y cuales no), pero supongo que el oficio del periodismo propugna por la búsqueda de la imparcialidad, y cuando el que habla/escribe es analista sus editoriales deben pegar parejo; en caso de que esta condición no se aplique, el periodista deja de serlo para convertirse en proselitista y su analisis, en propaganda (ahí tenemos a Don Federico Arreola para mas inri).
Personalmente encuentro a la Sra. Aristegui poco menos que insufrible; irónicamente solía escucharla décadas atrás en lo que entonces era Stereo Rey cuando hacían trío Pedrito Ferriz, Javier Solórzano y la susodicha. Lenta pero inexorablemente su protagonismo fue opacando a su inteligencia y dejé de escucharla poco antes de que se peleara con Ferriz para convertirse en la Che Guevara de la noticia.
Aristegui es naturalmente y al igual que el resto del círculo rojo, parcial: sus filias y fobias son obvias, su distanciamiento hacia los grupos de poder es asimétrico: mientras sus críticas son duras para con algunos, estas son inexistentes para otros.
En el mas reciente de sus escándalos Carmen fue corrida de MVS por supuestas violaciones a un código de ética que nadie hasta hace poco visto; ella en una conferencia de prensa -donde no aceptó preguntas- explica que su despido fue urdido desde la Presidencia por los cuestionamientos que ella realizó respecto a los problemas del primer mandatario para con el chupe (a raíz de una nota de que el porro favorito del congreso, Fernandez Noroña exhibió una manta en el congreso aludiendo a Felipín como un borracho): ella exigió una respuesta oficial que afirmara o rechazara esos rumores y esto según ella fue causa de que sus patrones se vieran presionados para poder recuperar no-sé-que banda a cambio de la cabeza de la Juana de Arco de la radio nacional, pero que ella entiende el predicamento de sus pobrecitos patrones y, con displicente magnanimidad e infinita misericordia, está dispuesta a perdonarlos y regresar si ellos se desdicen y públicamente reconocen que ella no violó el susodicho código (La empresa, al día de hoy no ha publicado respuesta que responda a las dudas).
Recuerdo que ella se dijo víctima de los poderes fácticos cuando no se le renovó contrato en W Radio y sus incondicionales rugieron a coro con ella por la supuesta responsabilidad del gobierno por coartarle la libertad de expresión al presionar para lograr su salida. Poco después obtuvo un espacio en MVS y ya nadie habló de su censura por un tiempo, hasta ahora, el tema de la Dictadura aparece de nuevo en su discurso.
Me pregunto
¿es periodismo lo que se basa en rumores?
¿se atenta contra la libertad de expresión cuando una empresa privada -por las razones que a esta le vengan en gana- despide a una personalidad mediática?
¿esta obligado a responder, sea el presidente de México o el mas anónimo de los ciudadanos cuando alguien sin ninguna evidencia salvo una leyenda escrita en una manta si padece o no problemas de alcoholismo, drogadicción o de cualquier evento de su vida privada?
¿es censurar la libertad de expresión despedir a un empleado de un medio de comunicación -por la razón que sea- cuando este/a puede sin mayor problema continuar opinando desde la televisión o de cualquier otra estación de radio que se interese por sus servicios y por su indudable rating?
¿habría pedido las mismas explicaciones sobre rumores de adicción a otros personajes mas afines a sus preferencias políticas?
¿estos atentados contra la libertad de expresión se equiparan a las acciones de Luis Echeverría contra el Excelsior y Proceso?¿o a la mano dura de Diaz Ordaz?
Deploro principalmente el que se le haya erigido por algunos como la única detentadora de la verdad, que se la considere una especie de faro informativo independiente y ajeno a cualquier interés, y la única impoluta en la radio mexicana, sin apreciar que esa postura rebelde y compulsivamente contestataria es tan auténtica y desinteresada como la maldad en un luchador rudo de la AAA.
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